por Irina Leyva
ArtNexus No. 64 – Dic 2006

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Una retrospectiva de la obra de los últimos quince años del pintor cubano Humberto Castro se inauguró en la Galería Virginia Miller de Coral Gables. Titulada “Humberto Castro: pinturas y dibujos, 1990-2006”, la muestra consistió en diecisiete obras; de ellas, catorce pinturas y tres dibujos.

En esta exposición pueden delimitarse estilísticamente tres períodos: uno que comprende las obras de 1990, uno segundo de 1993 a 1994, y el tercero, a partir de 1995. Las obras de 1990 cubren el proceso de transición entre la década de los ochenta; y las que vendrían después, a partir de 1993. Las figuras todavía tienen puntos de contacto con el estilo bad painting por el que era conocido Humberto Castro en los ochenta, mantiene el colorido brillante pero a la vez empezamos a ver la distribución espacial que caracterizaría su obra en el futuro. De esta transición hay dos obras en la retrospectiva, El pez de hierro y La casa de virgo.

Entre 1993 y 1994, las obras que produce resaltan por su lirismo. Durante este tiempo hace obras en las que exploraba el filosófico tema del minotauro en su laberinto. Cuerpos contorsionados mostraban de cierta manera las inquietudes internas del artista, sus preocupaciones existenciales devenidas de su condición de exiliado, ya que por estos años estaba viviendo en París. En la muestra se presentaron dos piezas en tela de esta etapa, ambas de 1994, tituladas La espiral eterna y Viaje imaginario. Estas obras son de gran formato y con una paleta de colores reducida con respecto a sus obras anteriores. Se caracterizan por una combinación de rojo/carmelita con ocre, dando como resultado un contraste dramático.

Los tres dibujos de la exposición son de este período, dos de 1993 y uno del 1994. Ejecutados en tinta, las figuras están solucionadas a partir de una combinación de sombras y contornos, dando la sensación de estar flotando. El tema de los dibujos continúa siendo el del minotauro, temática que exploró extensivamente en la serie producida entre estos dos años.

A partir de 1995 comienzan a advertirse cambios estructurales y en su paleta. Se simplifican las líneas para dar paso a un nuevo uso de colores más puros y fuertes, probablemente una consecuencia de su retorno al trópico, ya que, en 1999, Humberto Castro se muda permanentemente de París a Miami. Estos cambios son más visibles en las piezas del año 2000, en las que los fondos son de colores más planos y las figuras comienzan a aparecer más aisladas, reflejando un período de introspección. Continúa con sus exploraciones del cuerpo humano y sus indagaciones filosóficas, haciéndose más latente el tema del exilio, iconográficamente más visible a través de símbolos bien concretos. Entre estos símbolos se destacan botes, la presencia del mar y mapas de Cuba. Entre las obras que resumen este estado de ánimo pueden mencionarse dos específicamente: Sueño transcurriendo, de 1995, en la que plasma una figura en posición fetal en un bote, en un viaje onírico a sus orígenes; y La lección de anatomía, de 2000, en la que se delimita el mapa de Cuba en una silueta con una máscara.

De las obras en las que trata las consecuencias del exilio podríamos citar dos en específico. Una de ellas es Comme des poissons, de 1998, en la que aparecen dos figuras, criaturas híbridas mitad humanas, mitad pez, y viceversa; en el medio de ambas, un péndulo. Humberto Castro habla de la evolución de cada uno, de las respuestas ante diferentes aspectos de la nueva vida a la que nos enfrentamos una vez que emigramos. Las caras son desdibujadas, carentes de una identidad, una alusión al proceso de transformación por el que pasa cada uno en su nueva vida. Otra obra que toca esta temática es Traversee, de 2000, en la que aparece una figura humana con un caracol a cuestas, hablando de la perpetua movilidad y la inestabilidad del exiliado.

En sentido general, la muestra fue cuidadosamente preparada teniendo en cuenta una selección balanceada de las obras del artista. Puede apreciarse una característica que unifica toda la obra de Humberto Castro, independientemente del estilo y período de creación, y es el carácter autobiográfico de la misma, manteniendo como tema central al ser humano y sus emociones. Esta retrospectiva marca el final de una etapa creativa en su carrera y el comienzo de una nueva.

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